lunes, 14 de octubre de 2019

CASO


CASO 2: Enuresis

IDENTIFICACIÓN DEL PACIENTE
C. es una niña de 6 años escolarizada en primer curso de primaria. Es la pequeña de dos hermanas (hermana de ocho años). Según la entrevista con la madre, la niña presenta un rendimiento académico aceptable y una adecuada relación con sus compañeros, no detectando rechazo por parte del resto de la clase. La madre le define como una niña muy dócil e integrada en el ambiente escolar y familiar. La niña se muestra consciente de su problema y con ganas de solucionarlo, porque comprende que la enuresis le dificulta realizar ciertas actividades, como “ir de excursión” o “dormir fuera de casa”. Entre sus aficiones destacan leer cuentos y ver películas y/o dibujos animados, así como dibujar e ir al cine.
Con respecto a los progenitores, el padre tiene 39 años y se muestra muy poco participativo y colaborador con la terapia, a diferencia de la madre, de 36 años, que se encuentra totalmente implicada en el tratamiento.

MOTIVO DE CONSULTA
C. acude a consulta acompañada de su madre porque presenta déficit en el control de esfínteres desde hace seis meses, tanto por el día como por la noche, habiéndose detectado periodos significativos de control vesical.
Historia del problema
Según informa la madre, C. consiguió el control diurno completo de los esfínteres hacia los 5 años; en cuanto al control nocturno, lo logró durante unos meses seguidos. Asegura que desde pequeña se le enseñaron los hábitos de higiene y, aunque tras un tiempo de control éste desapareció, con el paso del tiempo han dejado de inquietarse por esta cuestión, esperando a que remita por sí sola. Existen antecedentes de enuresis funcional nocturna por parte de la madre, motivo por el que no le da excesiva importancia, ya que asegura que a ella se le fue espontáneamente con el paso de los años. Por su parte, la hermana alcanzó el control completo de los esfínteres alrededor de los cuatro años, pero no han tenido el mismo éxito con C., a pesar de haber utilizado las mismas estrategias con ambas. C. nunca ha recibido tratamiento psicológico o farmacológico, pero la madre ha empezado a considerar la necesidad del mismo.

Evaluación del caso
La evaluación se inició con una entrevista a la madre ad hoc basada en Bragado (2009). Dicha entrevista indaga diferentes aspectos: análisis de la conducta enurética y otras conductas implicadas en la adquisición del control de esfínteres, historia familiar de enuresis, frecuencia y momento de ocurrencia, entorno familiar y actitudes frente a la enuresis, tratamientos anteriores y métodos empleados para manejar el problema, condiciones de hábitat y factores motivacionales. A la madre se le solicitó información sobre el desarrollo evolutivo de C. sin hallar datos de interés o antecedentes que condujeran a sospechar acerca de la presencia de problemas de orden físico. Por su parte, la entrevista con C. se centró en averiguar su actitud, preocupación y conocimiento acerca de su problema, así como el grado de motivación para afrontar el tratamiento. A su vez, se le administró un inventario de reforzadores, que más tarde sería utilizado para el adecuado manejo de contingencias.
Se solicitó a la madre que durante una semana anotase en dos registros, uno para la conducta enurética diurna y otro para la nocturna, la frecuencia de los episodios, a fin de obtener la línea base. Se instruyó a la madre para que, en el supuesto de que su hija mojara la ropa o la cama, indicase con los términos grande/excesivo, mediana/normal o pequeña/un poco el tamaño de la mancha de orina. En el registro para los episodios diurnos, además del día, hora y lugar del episodio y la cantidad de orina, también se anotó la actitud de los padres, la hermana y la propia niña frente a cada escape.
Por su parte, en el registro de los episodios nocturnos, se registró la frecuencia, el despertar espontáneo ante la necesidad de orinar o por cualquier otro motivo y el volumen de orina evacuado. Además, se le proporcionaron a la madre una serie de instrucciones a seguir durante el tiempo de registro.

Análisis 
Además de los datos proporcionados por C. y su madre, tanto a través de la entrevista con la madre como con la niña, comenzamos la construcción de la línea base. A esta información general se añadió la frecuencia de la conducta enurética diurna y nocturna a través de la cumplimentación de los registros. Tras una semana de registro se pudo comprobar la frecuencia de la conducta enurética.
Análisis funcional
La enuresis que padece C. se explica por un déficit en el aprendizaje del control de esfínteres, ya que la actitud de los padres ha sido la indiferencia ante el problema. Esta situación ha supuesto el retraso en la maduración de la vejiga de la niña para el control nocturno de la micción, ya que no ha recibido el entrenamiento adecuado. Además la niña presenta un nivel muy elevado de arousal para despertar. Una vez asumido el problema como parte de la vida cotidiana de la familia, la madre muestra su indiferencia ante los episodios enuréticos  diurnos y ha solucionado los episodios enuréticos nocturnas mediante el uso del pañal.
El antecedente enurético de la madre genera la creencia de que el problema de su hija remitirá con el tiempo de manera espontánea. La actitud de los padres destaca por la ausencia de castigos asociados a los episodios enuréticos, siendo la extinción la contingencia característica que contribuye a mantener el problema en el tiempo. Tras la evaluación del caso, no se observa ninguna consecuencia que afecte al ámbito familiar, escolar o social de la niña, más que la vergüenza que le produce el problema.

Aplicación del tratamiento
El tratamiento que se eligió para ambos problemas (enuresis diurna y nocturna) fue la terapia conductual. A la niña, junto con la madre, se le explicó el tipo de tratamiento que iba a recibir, así como las ventajas e inconvenientes que podía tener y, después de la explicación, la madre firmó un “consentimiento informado” en el que afirmaba que la terapeuta le había presentado el tratamiento que iba recibir su hija y con el que estaba de acuerdo.
El programa de tratamiento incluyó los siguientes componentes: psico-educación (incluye información acerca de la enuresis, la importancia de las pautas de higiene y en qué consiste el método de alarma), aplicación del tratamiento y  seguimiento. La psico-educación se ofreció en las dos primeras sesiones de tratamiento. En la primera sesión se les informó sobre la enuresis. Se le explicó a la madre los diferentes motivos que pueden desencadenarla y/o mantenerla, así como las consecuencias que puede tener la misma sobre la niña.
En primer lugar se motivó a la niña a adoptar un papel activo en la intervención, haciendo especial hincapié en la importancia de su participación y su parte de responsabilidad. A la madre se le otorgó el rol de coterapeuta, recalcándole la importancia en el manejo de contingencias. Se le explicaron a la niña las principales características psicofisiológicas de la micción y el motivo de su trastorno utilizando el apoyo visual de un dibujo de la vejiga y con un lenguaje sencillo y adecuado a su edad.
Para la enuresis diurna se empleó un diseño de caso único A-B con un momento de medida para la línea base y un seguimiento a cuatro meses que se inició tras alcanzar el criterio de éxito terapéutico, objetivo que se estableció en dos semanas consecutivas de ropa seca.
A continuación se procedió a enseñar los componentes de la intervención para el tratamiento de la enuresis diurna: entrenamiento en limpieza y manejo de contingencias. Se le pidió a la niña que siempre que mojara la ropa tendría que cambiarse y llevar todas las prendas mojadas al cesto de la ropa sucia o, en su defecto, las guardaría en una bolsa habilitada para ello.
Además, se instruyó a la madre en el manejo de contingencias. Se le formó en la aplicación de la extinción para los casos en los que la niña presentase un episodio enurético y el reforzamiento ante la ausencia de conductas enuréticas. De acuerdo con ambas partes (madre y niña) se elaboró un contrato de contingencias en el que se incluyó un programa de refuerzo material y de actividad en el marco de una economía de fichas.
De este modo, cada día que pasaba sin presentar conducta enurética alguna, la niña obtenía una ficha que canjeaba al finalizar la semana. Cuanto mayor número de fichas conseguía a lo largo de la semana (hasta siete) más reforzante era el premio que obtenía. Durante las dos primeras semanas, las recompensas fueron que la madre le leyera un cuento antes de irse a dormir (una ficha), cocinar gelatina con la madre (dos fichas), jugar a las cartas (tres fichas), ir al cine (cuatro fichas), comprar un sobre de pegatinas (cinco fichas), comprar un álbum de pegatinas (seis fichas), obtener al mismo tiempo el sobre de pegatinas y el álbum (siete fichas). La segunda semana la niña consiguió el álbum de pegatinas, por lo que se modificaron las contingencias, obteniendo dos sobres de pegatinas (seis fichas) y tres sobres (siete fichas).
Tras alcanzar el éxito terapéutico en el tratamiento de la enuresis diurna (tras dos semanas consecutivas sin mostrar conducta enurética alguna), se procedió a iniciar el tratamiento de la enuresis nocturna. En primer lugar, igual que en el caso de la enuresis diurna, se procedió a enseñar paso a paso cada uno de los componentes de la intervención: método de alarma, práctica positiva, entrenamiento en limpieza y manejo de contingencias.
En primer lugar se les explicó el funcionamiento del aparato de alarma. Para el presente caso se utilizó el modelo Pipi-Stop®, que consta de un detector con sensor que se fija al cuerpo de la niña. Un pequeño altavoz, situado mediante un enganche en el pijama, sirve de aviso ante el inicio del episodio enurético.  Debido a que el sistema de alarma funciona con pilas, se advirtió a la madre de la importancia de comprobar el correcto funcionamiento del aparato antes de acostarse, así como proveerse de pilas ante cualquier incidente por su incorrecto funcionamiento. Se instruyó a la niña para que todas las noches, antes de dormir, realizara el ejercicio de práctica positiva. Además, se le pidió que siempre que mojase la cama tendría que cambiar las sábanas y llevar todas las prendas mojadas al cesto de la ropa sucia. A continuación debería aplicar la práctica positiva, colocarse de nuevo el aparato y acostarse. Por último, se instruyó a la madre en el manejo de contingencias, tal y como se había efectuado anteriormente en el tratamiento de la enuresis diurna, elaborando de nuevo un contrato de contingencias en el que se incluyó un programa de refuerzo material y de actividad en el marco de una economía de fichas. De este modo, cada vez que la niña dormía con la alarma, realizaba la práctica positiva y llevaba a cabo el entrenamiento en limpieza obtenía fichas que canjeaba al final de la semana por diferentes reforzadores jerarquizados según el número de fichas obtenidas. Los reforzadores se modificaron periódicamente para evitar la saciedad. Durante la primera semana, las recompensas consistieron en leer un cuento nuevo (de una a diez fichas), hacer gelatina con la madre (de diez a veinte fichas), elegir una película para ver durante el fin de semana (de treinta a cuarenta fichas), dos sobres de pegatinas (de treinta a cuarenta fichas) y tres sobres de pegatinas (más de cuarenta fichas).
A las tres semanas de tratamiento se modificó la economía, introduciendo la posibilidad de obtener más fichas si conseguía despertarse ella sola con el sonido de la alarma, condición que aún no se había producido y se incluyó un sobre extra de pegatinas si conseguía mantener la frecuencia enurética en dos o menos episodios por noche. Una semana más tarde y teniendo en cuenta que a  la niña le motivaban los sobres de pegatinas, se volvieron a modificar las contingencias, considerando que podía obtener un mínimo de 21 fichas semanales y hasta un máximo de 29. Por tanto, si mantenía la frecuencia en dos o menos escapes nocturnos obtenía un sobre de pegatinas, al que se podía sumar otro más por cada noche que se despertara ella sola con la alarma y dos sobres más por cada noche que permaneciera seca. Cuatro semanas más tarde, se introdujo una nueva condición en la economía para asegurarnos de que la niña estaba realmente despierta cuando se levantaba al baño, ya que seguía sin despertarse con el sonido de la alarma. Esta nueva condición consistió en apagar la alarma en un tiempo máximo de 10 segundos (contados en voz alta por la madre). Además, las contingencias también fueron modificadas, de modo que, si durante toda la semana se cumplían todas las condiciones (dormir con la alarma, práctica positiva antes de acostarse, limpieza, dos o menos episodios enuréticos nocturnos y apagar la alarma antes de 10 segundos), obtenía un juguete (zooble). Además, por cada noche seca obtenía un reforzador extra (un ticket para una atracción de la feria).

Resultados
Tras una línea base en la que la niña presentaba tres episodios enuréticos diarios, el inicio del  tratamiento produjo una mejoría. Sin embargo, no fue hasta la séptima semana cuando C. logró quince días consecutivos de ropa seca, situación que se mantuvo durante el tratamiento de la enuresis nocturna (seguimiento a tres meses). En las 12 semanas de tratamiento de la enuresis nocturna. La línea base muestra una frecuencia enurética de 21 episodios nocturnos. Al igual que ocurrió con el tratamiento de la enuresis diurna, el inicio del tratamiento con la alarma produjo mejoría desde la primera semana, acrecentándose transcurridas tres semanas. No obstante, y debido a una interrupción del tratamiento durante dos semanas, cuando éste se volvió a retomar (cuarta semana) la frecuencia enurética se vio incrementada nuevamente, con una nueva mejoría a la semana de haber retomado el tratamiento


Conclusión

Desde el punto de vista clínico, la única respuesta aceptable sería el éxito inicial y la sequedad completa (objetivo principal del tratamiento). L a respuesta parcial y la no respuesta deben ser consideradas siempre como fracasos terapéuticos.

Los datos publicados sobre resultados del tratamiento no siempre son fáciles de comparar ya que los resultados varían en función de los criterios de éxito empleados.

El criterio de curación se debe establecer en más del 90% de noches secas durante los 6 meses siguientes a la finalización del tratamiento. La sequedad completa, un 100% de respuesta, es la única valida en niños mayores.
Tratamiento conductual

El tratamiento conductual empieza por ofrecer al niño afectado y a su familia una información clara del porqué de la enuresis y del contexto del problema y sugerir algunos consejos para aliviarlo o minimizarlo:

Explicar al niño y a su familia, de forma sencilla, el funcionamiento de riñón y la vejiga, así como los mecanismos básicos por los que se produce la enuresis nocturna.
Exponer al propio niño y a su familia que éste no tiene ninguna culpa de la situación, sino que se trata de un retraso en la maduración corporal de esta zona, ajeno a la voluntad del niño.
Insistir a los familiares en que no se debe reñir al niño ni avergonzarlo. Al contrario, es necesario reforzar la idea de que es, simplemente, un retraso madurativo que se solucionará más tarde o más temprano.
El paciente es el que tiene que llevar la iniciativa para lograr su curación. Solicitar a los familiares que tengan una actitud positiva durante el tratamiento pero que no tomen parte activa en el mismo. Así, la familia no debe despertar al niño por la noche para orinar, ni preparar el despertador ni impedirle beber líquidos.
Explicar al niño que debe beber más líquido durante el día, y disminuir los líquidos después de las 7 de la tarde.
Proporcionar un diario o calendario en el que el niño debe anotar las "noches secas" y las "noches húmedas" , así como la ingesta de líquidos nocturnos.
Es aconsejable establecer un ritmo u horario miccional, que facilite el control voluntario, vaciando la vejiga en periodos regulares. Asimismo, suele ser útil establecer a la misma hora, no cenar cosas saladas, etc.
Fomentar la higiene, cambiar la ropa mojada, etc., pero contraindicar el uso de pañales, salvo en situaciones especiales.
Pedir a los familiares que valoren y premien los éxitos conseguidos.
Hacer un seguimiento en consulta durante todo el periodo de tratamiento.
La información es necesario y eficaz para que los niños aprendan los conceptos sobre la enuresis, pero no ha demostrado ningún efecto terapéutico. La terapia motivacional con calendarios ayuda a objetivar la situación basal de número de noches mojadas y se puede recomendar antes  y junto con otros tratamientos, ya que carece de efectos adversos.

Las intervenciones conductuales complejas y educacionales incluyen:

Entrenamiento de cama seca
Entrenamiento de casa de espectro completo
Otras alternativas complejas
Intervenciones educativas
Dispositivo de alarma

REFERENCIAS
1. American Psychiatric Association (2002). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4a. ed.). Washington: Author.
2. Bragado, C. (2009). Enuresis nocturna. Tratamientos eficaces. Madrid: Pirámide.

3. Butler, R. J., y Gasson, S. L. (2005). Enuresis alarm treatment. Scandinavian Journal of Urology and Nephrology, 39, 501-509.


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