lunes, 14 de octubre de 2019

CASO


CASO 2: Enuresis

IDENTIFICACIÓN DEL PACIENTE
C. es una niña de 6 años escolarizada en primer curso de primaria. Es la pequeña de dos hermanas (hermana de ocho años). Según la entrevista con la madre, la niña presenta un rendimiento académico aceptable y una adecuada relación con sus compañeros, no detectando rechazo por parte del resto de la clase. La madre le define como una niña muy dócil e integrada en el ambiente escolar y familiar. La niña se muestra consciente de su problema y con ganas de solucionarlo, porque comprende que la enuresis le dificulta realizar ciertas actividades, como “ir de excursión” o “dormir fuera de casa”. Entre sus aficiones destacan leer cuentos y ver películas y/o dibujos animados, así como dibujar e ir al cine.
Con respecto a los progenitores, el padre tiene 39 años y se muestra muy poco participativo y colaborador con la terapia, a diferencia de la madre, de 36 años, que se encuentra totalmente implicada en el tratamiento.

MOTIVO DE CONSULTA
C. acude a consulta acompañada de su madre porque presenta déficit en el control de esfínteres desde hace seis meses, tanto por el día como por la noche, habiéndose detectado periodos significativos de control vesical.
Historia del problema
Según informa la madre, C. consiguió el control diurno completo de los esfínteres hacia los 5 años; en cuanto al control nocturno, lo logró durante unos meses seguidos. Asegura que desde pequeña se le enseñaron los hábitos de higiene y, aunque tras un tiempo de control éste desapareció, con el paso del tiempo han dejado de inquietarse por esta cuestión, esperando a que remita por sí sola. Existen antecedentes de enuresis funcional nocturna por parte de la madre, motivo por el que no le da excesiva importancia, ya que asegura que a ella se le fue espontáneamente con el paso de los años. Por su parte, la hermana alcanzó el control completo de los esfínteres alrededor de los cuatro años, pero no han tenido el mismo éxito con C., a pesar de haber utilizado las mismas estrategias con ambas. C. nunca ha recibido tratamiento psicológico o farmacológico, pero la madre ha empezado a considerar la necesidad del mismo.

Evaluación del caso
La evaluación se inició con una entrevista a la madre ad hoc basada en Bragado (2009). Dicha entrevista indaga diferentes aspectos: análisis de la conducta enurética y otras conductas implicadas en la adquisición del control de esfínteres, historia familiar de enuresis, frecuencia y momento de ocurrencia, entorno familiar y actitudes frente a la enuresis, tratamientos anteriores y métodos empleados para manejar el problema, condiciones de hábitat y factores motivacionales. A la madre se le solicitó información sobre el desarrollo evolutivo de C. sin hallar datos de interés o antecedentes que condujeran a sospechar acerca de la presencia de problemas de orden físico. Por su parte, la entrevista con C. se centró en averiguar su actitud, preocupación y conocimiento acerca de su problema, así como el grado de motivación para afrontar el tratamiento. A su vez, se le administró un inventario de reforzadores, que más tarde sería utilizado para el adecuado manejo de contingencias.
Se solicitó a la madre que durante una semana anotase en dos registros, uno para la conducta enurética diurna y otro para la nocturna, la frecuencia de los episodios, a fin de obtener la línea base. Se instruyó a la madre para que, en el supuesto de que su hija mojara la ropa o la cama, indicase con los términos grande/excesivo, mediana/normal o pequeña/un poco el tamaño de la mancha de orina. En el registro para los episodios diurnos, además del día, hora y lugar del episodio y la cantidad de orina, también se anotó la actitud de los padres, la hermana y la propia niña frente a cada escape.
Por su parte, en el registro de los episodios nocturnos, se registró la frecuencia, el despertar espontáneo ante la necesidad de orinar o por cualquier otro motivo y el volumen de orina evacuado. Además, se le proporcionaron a la madre una serie de instrucciones a seguir durante el tiempo de registro.

Análisis 
Además de los datos proporcionados por C. y su madre, tanto a través de la entrevista con la madre como con la niña, comenzamos la construcción de la línea base. A esta información general se añadió la frecuencia de la conducta enurética diurna y nocturna a través de la cumplimentación de los registros. Tras una semana de registro se pudo comprobar la frecuencia de la conducta enurética.
Análisis funcional
La enuresis que padece C. se explica por un déficit en el aprendizaje del control de esfínteres, ya que la actitud de los padres ha sido la indiferencia ante el problema. Esta situación ha supuesto el retraso en la maduración de la vejiga de la niña para el control nocturno de la micción, ya que no ha recibido el entrenamiento adecuado. Además la niña presenta un nivel muy elevado de arousal para despertar. Una vez asumido el problema como parte de la vida cotidiana de la familia, la madre muestra su indiferencia ante los episodios enuréticos  diurnos y ha solucionado los episodios enuréticos nocturnas mediante el uso del pañal.
El antecedente enurético de la madre genera la creencia de que el problema de su hija remitirá con el tiempo de manera espontánea. La actitud de los padres destaca por la ausencia de castigos asociados a los episodios enuréticos, siendo la extinción la contingencia característica que contribuye a mantener el problema en el tiempo. Tras la evaluación del caso, no se observa ninguna consecuencia que afecte al ámbito familiar, escolar o social de la niña, más que la vergüenza que le produce el problema.

Aplicación del tratamiento
El tratamiento que se eligió para ambos problemas (enuresis diurna y nocturna) fue la terapia conductual. A la niña, junto con la madre, se le explicó el tipo de tratamiento que iba a recibir, así como las ventajas e inconvenientes que podía tener y, después de la explicación, la madre firmó un “consentimiento informado” en el que afirmaba que la terapeuta le había presentado el tratamiento que iba recibir su hija y con el que estaba de acuerdo.
El programa de tratamiento incluyó los siguientes componentes: psico-educación (incluye información acerca de la enuresis, la importancia de las pautas de higiene y en qué consiste el método de alarma), aplicación del tratamiento y  seguimiento. La psico-educación se ofreció en las dos primeras sesiones de tratamiento. En la primera sesión se les informó sobre la enuresis. Se le explicó a la madre los diferentes motivos que pueden desencadenarla y/o mantenerla, así como las consecuencias que puede tener la misma sobre la niña.
En primer lugar se motivó a la niña a adoptar un papel activo en la intervención, haciendo especial hincapié en la importancia de su participación y su parte de responsabilidad. A la madre se le otorgó el rol de coterapeuta, recalcándole la importancia en el manejo de contingencias. Se le explicaron a la niña las principales características psicofisiológicas de la micción y el motivo de su trastorno utilizando el apoyo visual de un dibujo de la vejiga y con un lenguaje sencillo y adecuado a su edad.
Para la enuresis diurna se empleó un diseño de caso único A-B con un momento de medida para la línea base y un seguimiento a cuatro meses que se inició tras alcanzar el criterio de éxito terapéutico, objetivo que se estableció en dos semanas consecutivas de ropa seca.
A continuación se procedió a enseñar los componentes de la intervención para el tratamiento de la enuresis diurna: entrenamiento en limpieza y manejo de contingencias. Se le pidió a la niña que siempre que mojara la ropa tendría que cambiarse y llevar todas las prendas mojadas al cesto de la ropa sucia o, en su defecto, las guardaría en una bolsa habilitada para ello.
Además, se instruyó a la madre en el manejo de contingencias. Se le formó en la aplicación de la extinción para los casos en los que la niña presentase un episodio enurético y el reforzamiento ante la ausencia de conductas enuréticas. De acuerdo con ambas partes (madre y niña) se elaboró un contrato de contingencias en el que se incluyó un programa de refuerzo material y de actividad en el marco de una economía de fichas.
De este modo, cada día que pasaba sin presentar conducta enurética alguna, la niña obtenía una ficha que canjeaba al finalizar la semana. Cuanto mayor número de fichas conseguía a lo largo de la semana (hasta siete) más reforzante era el premio que obtenía. Durante las dos primeras semanas, las recompensas fueron que la madre le leyera un cuento antes de irse a dormir (una ficha), cocinar gelatina con la madre (dos fichas), jugar a las cartas (tres fichas), ir al cine (cuatro fichas), comprar un sobre de pegatinas (cinco fichas), comprar un álbum de pegatinas (seis fichas), obtener al mismo tiempo el sobre de pegatinas y el álbum (siete fichas). La segunda semana la niña consiguió el álbum de pegatinas, por lo que se modificaron las contingencias, obteniendo dos sobres de pegatinas (seis fichas) y tres sobres (siete fichas).
Tras alcanzar el éxito terapéutico en el tratamiento de la enuresis diurna (tras dos semanas consecutivas sin mostrar conducta enurética alguna), se procedió a iniciar el tratamiento de la enuresis nocturna. En primer lugar, igual que en el caso de la enuresis diurna, se procedió a enseñar paso a paso cada uno de los componentes de la intervención: método de alarma, práctica positiva, entrenamiento en limpieza y manejo de contingencias.
En primer lugar se les explicó el funcionamiento del aparato de alarma. Para el presente caso se utilizó el modelo Pipi-Stop®, que consta de un detector con sensor que se fija al cuerpo de la niña. Un pequeño altavoz, situado mediante un enganche en el pijama, sirve de aviso ante el inicio del episodio enurético.  Debido a que el sistema de alarma funciona con pilas, se advirtió a la madre de la importancia de comprobar el correcto funcionamiento del aparato antes de acostarse, así como proveerse de pilas ante cualquier incidente por su incorrecto funcionamiento. Se instruyó a la niña para que todas las noches, antes de dormir, realizara el ejercicio de práctica positiva. Además, se le pidió que siempre que mojase la cama tendría que cambiar las sábanas y llevar todas las prendas mojadas al cesto de la ropa sucia. A continuación debería aplicar la práctica positiva, colocarse de nuevo el aparato y acostarse. Por último, se instruyó a la madre en el manejo de contingencias, tal y como se había efectuado anteriormente en el tratamiento de la enuresis diurna, elaborando de nuevo un contrato de contingencias en el que se incluyó un programa de refuerzo material y de actividad en el marco de una economía de fichas. De este modo, cada vez que la niña dormía con la alarma, realizaba la práctica positiva y llevaba a cabo el entrenamiento en limpieza obtenía fichas que canjeaba al final de la semana por diferentes reforzadores jerarquizados según el número de fichas obtenidas. Los reforzadores se modificaron periódicamente para evitar la saciedad. Durante la primera semana, las recompensas consistieron en leer un cuento nuevo (de una a diez fichas), hacer gelatina con la madre (de diez a veinte fichas), elegir una película para ver durante el fin de semana (de treinta a cuarenta fichas), dos sobres de pegatinas (de treinta a cuarenta fichas) y tres sobres de pegatinas (más de cuarenta fichas).
A las tres semanas de tratamiento se modificó la economía, introduciendo la posibilidad de obtener más fichas si conseguía despertarse ella sola con el sonido de la alarma, condición que aún no se había producido y se incluyó un sobre extra de pegatinas si conseguía mantener la frecuencia enurética en dos o menos episodios por noche. Una semana más tarde y teniendo en cuenta que a  la niña le motivaban los sobres de pegatinas, se volvieron a modificar las contingencias, considerando que podía obtener un mínimo de 21 fichas semanales y hasta un máximo de 29. Por tanto, si mantenía la frecuencia en dos o menos escapes nocturnos obtenía un sobre de pegatinas, al que se podía sumar otro más por cada noche que se despertara ella sola con la alarma y dos sobres más por cada noche que permaneciera seca. Cuatro semanas más tarde, se introdujo una nueva condición en la economía para asegurarnos de que la niña estaba realmente despierta cuando se levantaba al baño, ya que seguía sin despertarse con el sonido de la alarma. Esta nueva condición consistió en apagar la alarma en un tiempo máximo de 10 segundos (contados en voz alta por la madre). Además, las contingencias también fueron modificadas, de modo que, si durante toda la semana se cumplían todas las condiciones (dormir con la alarma, práctica positiva antes de acostarse, limpieza, dos o menos episodios enuréticos nocturnos y apagar la alarma antes de 10 segundos), obtenía un juguete (zooble). Además, por cada noche seca obtenía un reforzador extra (un ticket para una atracción de la feria).

Resultados
Tras una línea base en la que la niña presentaba tres episodios enuréticos diarios, el inicio del  tratamiento produjo una mejoría. Sin embargo, no fue hasta la séptima semana cuando C. logró quince días consecutivos de ropa seca, situación que se mantuvo durante el tratamiento de la enuresis nocturna (seguimiento a tres meses). En las 12 semanas de tratamiento de la enuresis nocturna. La línea base muestra una frecuencia enurética de 21 episodios nocturnos. Al igual que ocurrió con el tratamiento de la enuresis diurna, el inicio del tratamiento con la alarma produjo mejoría desde la primera semana, acrecentándose transcurridas tres semanas. No obstante, y debido a una interrupción del tratamiento durante dos semanas, cuando éste se volvió a retomar (cuarta semana) la frecuencia enurética se vio incrementada nuevamente, con una nueva mejoría a la semana de haber retomado el tratamiento


Conclusión

Desde el punto de vista clínico, la única respuesta aceptable sería el éxito inicial y la sequedad completa (objetivo principal del tratamiento). L a respuesta parcial y la no respuesta deben ser consideradas siempre como fracasos terapéuticos.

Los datos publicados sobre resultados del tratamiento no siempre son fáciles de comparar ya que los resultados varían en función de los criterios de éxito empleados.

El criterio de curación se debe establecer en más del 90% de noches secas durante los 6 meses siguientes a la finalización del tratamiento. La sequedad completa, un 100% de respuesta, es la única valida en niños mayores.
Tratamiento conductual

El tratamiento conductual empieza por ofrecer al niño afectado y a su familia una información clara del porqué de la enuresis y del contexto del problema y sugerir algunos consejos para aliviarlo o minimizarlo:

Explicar al niño y a su familia, de forma sencilla, el funcionamiento de riñón y la vejiga, así como los mecanismos básicos por los que se produce la enuresis nocturna.
Exponer al propio niño y a su familia que éste no tiene ninguna culpa de la situación, sino que se trata de un retraso en la maduración corporal de esta zona, ajeno a la voluntad del niño.
Insistir a los familiares en que no se debe reñir al niño ni avergonzarlo. Al contrario, es necesario reforzar la idea de que es, simplemente, un retraso madurativo que se solucionará más tarde o más temprano.
El paciente es el que tiene que llevar la iniciativa para lograr su curación. Solicitar a los familiares que tengan una actitud positiva durante el tratamiento pero que no tomen parte activa en el mismo. Así, la familia no debe despertar al niño por la noche para orinar, ni preparar el despertador ni impedirle beber líquidos.
Explicar al niño que debe beber más líquido durante el día, y disminuir los líquidos después de las 7 de la tarde.
Proporcionar un diario o calendario en el que el niño debe anotar las "noches secas" y las "noches húmedas" , así como la ingesta de líquidos nocturnos.
Es aconsejable establecer un ritmo u horario miccional, que facilite el control voluntario, vaciando la vejiga en periodos regulares. Asimismo, suele ser útil establecer a la misma hora, no cenar cosas saladas, etc.
Fomentar la higiene, cambiar la ropa mojada, etc., pero contraindicar el uso de pañales, salvo en situaciones especiales.
Pedir a los familiares que valoren y premien los éxitos conseguidos.
Hacer un seguimiento en consulta durante todo el periodo de tratamiento.
La información es necesario y eficaz para que los niños aprendan los conceptos sobre la enuresis, pero no ha demostrado ningún efecto terapéutico. La terapia motivacional con calendarios ayuda a objetivar la situación basal de número de noches mojadas y se puede recomendar antes  y junto con otros tratamientos, ya que carece de efectos adversos.

Las intervenciones conductuales complejas y educacionales incluyen:

Entrenamiento de cama seca
Entrenamiento de casa de espectro completo
Otras alternativas complejas
Intervenciones educativas
Dispositivo de alarma

REFERENCIAS
1. American Psychiatric Association (2002). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4a. ed.). Washington: Author.
2. Bragado, C. (2009). Enuresis nocturna. Tratamientos eficaces. Madrid: Pirámide.

3. Butler, R. J., y Gasson, S. L. (2005). Enuresis alarm treatment. Scandinavian Journal of Urology and Nephrology, 39, 501-509.


lunes, 23 de septiembre de 2019

Proyecto de modificación conductual.


o Conducta de tratamiento
El perfeccionismo es un concepto que usamos mucho en psicología. Viene a ser la convicción que tienen multitud de personas de que se puede, y además se debe, alcanzar la perfección. Es decir, el extremo del buen hacer, sin errores y sin equivocaciones. De forma que el resultado obtenido agrade a todo el mundo.
El perfeccionismo es una actitud irrealista y puede llevar al sufrimiento más letal. Por otro lado, no deja de ser cierto que la actitud perfeccionista tiene una cara positiva: los artistas que continúan su obra hasta conseguir el lienzo que imaginaban en su cabeza o el cirujano que no cierra la intervención hasta no estar convencido al cien por cien de que ha terminado de extraer totalmente el tumor.
Esta actitud, sí es beneficiosa, pero hay que tener claro que estas personas, a pesar de ser perfeccionistas consigo mismas, no creen en un perfeccionismo absoluto. Se arriesgan y se esfuerzan, queriendo hacerlo lo mejor posible, pero a sabiendas de que van a tener que permitirse el error que todas sus acciones y resultados van a tener.
La última actualización del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM-V define el TOC de la siguiente forma.
Se trata de un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal. Se manifiesta a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia.
o Medio de registro que usarás para evaluar tus respuestas.
Registro continuo (anecdótico)
El observador registra en forma descriptiva y secuencial las conductas (verbales, no verbales) que acontecen en un contexto durante un tiempo predeterminado.
Características fundamentales:
-           Requiere de poco equipo.
-           Se describe un hecho significativo tal cual como sucedió.
-           Se describe la circunstancia en que éste tuvo lugar.
-           Se añade un comentario con apreciaciones del observador.
-           Ser breve pero con suficiente detalle para comprender el significado.
-           Registrar incidentes tanto positivos como negativos.
-           Citar frases significativas “entre comillas”
-           Preservar la secuencia, hacer una fotografía mental y describir.

Ventajas del registro anecdótico y descriptivo
          Describen la conducta tal y cual se produce.
          Proporcionan datos sobre el proceso (cómo lo hace).
          No interfiere con la espontaneidad del niño.
          Pueden ser registrados y agregársele información.

o Análisis del ambiente

Evaluación funcional

La bibliografía sobre perfeccionismo ha descrito varias de estas tendencias a evaluar críticamente. La primera de ellas tiene que ver con el nivel de preocupación por los errores en el desempeño (ejecución): este debe ser perfecto o no sirve. Cualquier mínima falla constituye un fracaso (Frost y cols., 1990). Una segunda tendencia evaluadora relacionada que se enfatiza en la bibliografía sobre el perfeccionismo es la duda acerca de la calidad de la propia acción (Hamachek, 1978). Dicha experiencia ha sido extensamente descrita en la literatura sobre experiencias obsesivas como una sensación de incertidumbre referida a una acción o creencia (Frost y cols., 1990). Además de la preocupación por los errores y la tendencia a dudar sobre la calidad de las acciones, varios autores describen a los perfeccionistas como personas que conceden gran importancia a las expectativas parentales. Una de las mayores contribuciones en esta área (Frost, Lahart y Rosenblate, 1991; Hollander, 1978; Hamachek, 1978; Pacht, 1984) describe tal interés como el núcleo y etiología del desorden. En efecto, se ha hipotetizado que los perfeccionistas han crecido en ambientes en donde el amor y la aprobación son condicionantes; para sentir amor y aprobación las personas deben ejecutar sus acciones con altos niveles de perfección. Cualquier falla o error trae aparejado el riesgo de ser rechazado por los padres y perder así su amor, por lo que los perfeccionistas sienten que los padres establecen criterios que ellos mismos no pueden alcanzar, significando el fracaso en cumplirlos una pérdida potencial del amor y la aceptación parentales. Estas nociones son tal vez los componentes centrales del perfeccionismo (Frost y cols., 1990). En referencia a esto último, resulta interesante citar un estudio realizado en Taiwán (Cheng, Chong y Wong, 1999; cf. Wang y cols., 2007) con un grupo de estudiantes en el cual los investigadores utilizaron una versión china del FMPS (Frost Multidimensional Perfectionism Scale), no encontrando puntuaciones significativas en la subescala que mide la crítica parental, lo que resultó paradójico de alguna manera, ya que en la sociedad china el comportamiento de un individuo refleja por lo común el honor de la familia o del grupo al que pertenece. La diferencia en la estructura factorial del FMPS chino sugiere que los niños chinos perciben a sus padres de forma diferente cuando se les compara con sus homólogos de Estados Unidos, país en el que se han hecho más estudios sobre este tema (Wang y cols., 2007).
Un último rasgo característico que a veces se utiliza para caracterizar a los perfeccionistas es el de dar demasiada importancia a la precisión, el orden y la organización. Hollander (1978) describe dicha característica como la tendencia a ser meticuloso y exigente y poner un énfasis extremo en la pulcritud. Este autor fue de los primeros en definir el perfeccionismo, considerándolo como “la práctica de demandarse a sí mismo y a los otros una alta calidad de ejecución que es requerida por la situación” (Hollander, 1978). Alternativamente, las personas con perfeccionismo disfuncional son propensas a evitar situaciones que le exijan conocer sus normas perfeccionistas; por ejemplo, la procrastinación (descartar el empezar una tarea porque el deseo de completarla perfectamente la haría difícil o displacentera) (Frost y cols., 1990), o terminar tareas prematuramente porque es poco probable que se logren las normas perfeccionistas (Antony y Swinson, 1998).

o Diseñar un plan (integrando el objetivo, tiempo de tratamiento, desglose de la conducta general en pequeñas conductas objetivo a ir trabajando, los reforzadores a utilizar cada vez que se cumplan las conductas o respuestas objetivo y el registro diario de las conductas)

Psicoterapia a pie de cama
            Desde el primer día el psicoterapeuta se encargará de escuchar y ayudar a entender y afrontar el tratamiento del paciente. Los objetivos fundamentales que es necesario conseguir son dos:
1.    Apoyar el proceso de realimentación y renutrición y,
2.    Apoyar el doloroso proceso mental de salir de la enfermedad.

Las técnicas, que suelen utilizarse en la terapia, son:
·         Elaboración por la paciente de una autobiografía (en pasado, presente y futuro).
·         Realización de árbol genealógico con la ayuda de los padres, y
·         Elaboración de un Diario que será trabajado conjuntamente por el paciente y el psicoterapeuta.
·         El psicoterapeuta se debe transformar en una caja de resonancia en la que quepan las quejas del paciente respecto a su tratamiento, médicos, enfermeras, familia, comida, su cuerpo, etc.
·         Utilización de un sistema progresivo de refuerzos o privilegios que se adquieren en la medida en que se consigan las metas propuestas en el tratamiento.
·         La relajación suele ser la técnica más usada para controlar la ansiedad de los pacientes, y generalmente, es dirigida por enfermería.
·         Exposición controlada y prevención de respuestas.

 Trabajo en grupos con los familiares
Los padres son elementos de absoluta transcendencia para la eficacia del tratamiento; por ello, han de participar activamente en el proceso terapéutico (Vandereycken et al., 1991).
Las reuniones de grupo se suelen realizar con periodicidad semanal. Son grupos de estructura abierta.
Los objetivos fundamentales son:
·         De tipo informativo: Se deben abordar los aspectos diagnósticos de la enfermedad, sus causas, así como las posibles graves complicaciones, su curso evolutivo y, por supuesto, las posibilidades de curación definitiva en la que ellos deben participar. Así mismo, se le deberán proporcionar pautas encaminadas a la adquisición de hábitos saludables con respecto a los TCA, entrenamiento para actuar durante las horas de comida..., en definitiva, un intercambio de información entre terapeuta y familia.
·         De tipo terapéutico: Será preciso, entre otros, calmar la ansiedad de los padres y procurar quitar los tan frecuentes sentimientos de culpa.

o Evaluación de resultados
El pronóstico es favorable, la paciente cuenta con adecuados factores de protección que le han permitido, a pesar de sus padecimientos tener una vida funcional y satisfactoria en áreas importantes, como la escolar.
Es importante que la paciente identificará las conductas que no corresponden a sí misma, sino más bien a creencias que nacieron en un primer momento de su vida y en la actualidad involucra a la toma de decisiones como individuo adulto e independiente.
La paciente pudo darse cuenta que puede ser sensible, empática a las necesidades de los demás pero sobre todo a las propias, el que sea productiva en muchas áreas le permite llegar a metas, lo cual es benéfico, pero al mismo es importante identifique como es la forma de relacionarse, pues cuando estas expectativas no son alcanzadas, aumenta la frustración pero también la ansiedad, si no se equivoca como aprenderá a saber que siente y en realidad que requiere de forma genuina, por otro lado abordamos el tema de las necesidades acorde a su edad y rol de hija, ya que parte de estas exigencias pueden estar encaminadas a no diferenciarse de la madre y mantener dichos síntomas a través de sus pensamientos y conductas .

o Programa de seguimiento y mantenimiento

Se recomienda que el número de sesiones aproximado para que la técnica sea eficaz sea de 15, con una duración media de 1-2 horas cada una (Vallejo-Pareja, 2003). Uno de los aspectos fundamentales a trabajar durante el progreso de la intervención psicológica es la anticipación y el afrontamiento adaptativo de las más que probables recaídas que el cliente puede tener. En este sentido, es necesario adecuar las expectativas del cliente y que éstas sean realistas, puesto que el TOC es un trastorno persistente y, aunque aparentemente pueda parecer que el cliente ya no presenta síntomas, es frecuente que reaparezcan. Para ello, algunas recomendaciones que pueden beneficiar a la persona con trastorno son las siguientes (Pedrick y Hymans, 2003):
- La recaída no es sinónimo de fracaso, sino que es una nueva oportunidad para volver a aplicar y reforzar las habilidades aprendidas durante la intervención (por ejemplo, si fuese posible, volver a exponerse inmediatamente a la situación temida). Por tanto, conviene que el terapeuta anticipe al cliente que una recaída es algo normal que puede ocurrir, que es simplemente un paso atrás –y no una vuelta al principio- en lo que ya se tenía conseguido y que puede surgir por dejar de hacer  los ejercicios de mantenimiento o por estar sometido a situaciones de estrés. Con frecuencia, cuando la recaída es grave, el cliente tiene miedo a “volver a la conducta problema” y conviene recordarle que en ningún caso es igual que tener el TOC como antes del tratamiento ya que en este momento tiene las herramientas necesarias para afrontarlo. Si esto ocurre, es útil que el cliente sepa que no pasa nada, que lo importante es que retome la situación tal y como esté en ese momento y aplique las técnicas aprendidas durante la intervención. En el caso de que el cliente tenga dificultades para realizar lo aprendido o le sea imposible, debe pedir ayuda al terapeuta.
- Prestar atención a los síntomas incipientes antes de que se agraven y se conviertan en evidentes. Puede ocurrir que el cliente deje de tener los síntomas principales, rituales antiguos con los que comenzó la intervención, pero desarrolle otros rituales nuevos menos intrusivos, pero que hay que prestarles atención (por ejemplo, tocar la pared cuando se pasa por una puerta o comprobar la cocina antes de dormir, incluso aunque no la haya utilizado en todo el día).
- Es frecuente y normal que la persona que realiza grandes progresos pase por una fase en la que se sienta deprimido por el tiempo perdido debido al trastorno. Es beneficioso recordar al cliente que todos esos momentos han sido necesarios para llegar al punto en el que se encuentra en la actualidad.
- Apreciar las pequeñas mejoras diarias, ya que juntas se suman a la ganancia más grande. En Gavino (2008) puede encontrarse más información sobre cómo ha de exponer el terapeuta el abordaje de las recaídas al cliente.

Generalmente resulta muy difícil llenar esos periodos de tiempo con preocupaciones. Eso se debe aquel cuando te obsesionas, luchas por pensar positivamente o por detener las preocupaciones. Pero cuando dejas de luchar y voluntariamente eliges preocuparte, las obsesiones que habitualmente se inmiscuyen en tu mente no pueden mantenerse en sí mismas ni siquiera un cuarto de hora.
Una vez más, es difícil mantener una obsesión a menos que, simultáneamente te resistas a ella. Por tanto, si te quedas sin preocupaciones es buena señal, pero aun así continua esforzándote por preocuparte, durante todo el periodo de tiempo establecido, aunque te tengas que repetir los mismos pensamientos inquietantes.
El tiempo de preocupación cotidiana también te ayudará a utilizar la técnica del apartado anterior, de Posponer las preocupaciones, con mayor eficacia. Cuando aparezcan espontáneamente tus preocupaciones (o tus dudas u obsesiones) recordaras lo difícil que te resulta conseguirlo cuando así te lo propones y eso te ayudara a posponer la preocupación de ese momento, dejándola para el momento preestablecido.
La combinación de ambas técnicas (elegir espacios de tiempo para preocuparte y posponer las preocupaciones cuando aparecen fuera de esos periodos) aumentara la sensación de autocontrol autoeficacia.

Referencias

1.    Asociación Psiquiátrica Americana (1998). Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales. (4ª Ed). Barcelona: Masson.
2.    Beck, A. (1983). Terapia Cognitiva de la Depresión Bilbao. Desclée de Brower.
3.    Burin, M. & Moncarz, E. (2000). El Malestar de las mujeres: la tranquilidad recetada. México, DF: Paidós
4.    Bowen, M. (1991). De la familia al individuo: la diferenciación del sí mismo en el sistema familiar. primera edición.México: Ediciones Paidós
5.    Bowen, M. (1989). La terapia Familiar en la Práctica Clínica. Vols. 1 y 2. Bilbao: Desclée de Brower.
6.    Bowlby, J. (1993). El Vínculo Afectivo. Barcelona: Paidós
7.    Caballo. V. A. (2004). Manual de trastornos de la personalidad. Madrid: Editorial Síntesis
8.    Cardenal, V. Sánchez, M.ª Pilar; Ortiz-Tallo, Margarita. (2005). Los trastornos de personalidad según el modelo de Millon: Una propuesta integradora Clínica y Salud,
9.    Colegio Oficial de Psicólogos Madrid, España.
10. Gavino, A. (2008). El trastorno obsesivo-compulsivo. Manual práctico de tratamientos psicológicos. Psicología Pirámide.




jueves, 15 de agosto de 2019

CONCLUSIÓN PSICOLOGÍA SOCIAL

Conclusión: Presenta  una conclusión crítica y constructiva al respecto del tema vinculándolo con su propia práctica en el área Psico-Social.


Es muy importe la influencia que los grupos ejercen en el comportamiento del individuo; La socialización es un proceso en el cual las personas tratan de adaptarse a las exigencias culturales del grupo por lo cual se desarrollan ciertos comportamientos adaptables a cada grupo y sus exigencias.

Los humanos somos animales sociales que tenemos la tendencia de comportarnos de formas parecidas cuando nos reunimos en grupo, por eso son muy importantes  los estudios realizados a través de la Psicología social.

Chisnall (1989), definió el grupo como entidad social que permite a los individuos a relacionarse entre si para algún fin determinado, con el propósito que con ello evolucione la estructura de su grupo.

El desarrollo de la socialización da por resultado que las relaciones en la comunidad o grupo sean armónicas, permitiendo así a la persona comprender que papel desempeña en la sociedad, adquiriendo hábitos, valores, creencias y elementos de comportamiento para que la sociedad o grupo no vulnere sus principios funcionales o ideológicos.

Por lo que concluyendo es muy importante tanto el estudio del individuo como el estudio del grupo o sociedad donde éste está inmerso pues ambos tienen una relaciones y se transforman o influyen el uno al otro, dándose así la importancia de estudiar al individuo pero también al grupo donde éste esté inmerso.

Proceso de comunicación dentro de los grupos.



 

     Una de las razones fundamentales por las que decimos que el ser humano es social y sociable es porque puede comunicarse, es decir, intercambiar pensamientos, emociones y experiencias. A estos intercambios los llamamos comunicación (Loscertales y Gómez, 1998). A través de estos intercambios las personas nos relacionamos, y también nos influimos en nuestra forma de ser y de comportarnos. 
    La mayoría de los modelos actuales sobre la teoría de la comunicación parten de los planteamientos de Shanon y Weaver (1994) quienes desarrollan el diagrama de comunicación más aceptado y está constituido por los siguientes elementos:

1.   Fuente: representa el origen del mensaje y estaría formado por el aparato psíquico del individuo que inicia la comunicación e incluye conocimientos, actitudes y habilidades.
2.   Mensaje: es la información que se transmite y que en su forma más primitiva se presenta como un pensamiento con representaciones visuales, auditivas, etc., también se denomina input o entrada de información.
3.   Emisor: transforma el mensaje en una señal adecuada para ser transmitida por el canal que se va a utilizar; a esta operación se la denomina codificación e implica distintas estructuras cognitivas.
4.   Código: sistema formado por un repertorio de señales (léxico) y unas reglas de combinación (sintaxis) que permiten los procesos de codificación y decodificación.
5.   Canal: soporte físico utilizado para la transmisión del mensaje.
6.   Señal: forma codificada del mensaje que cuando es entendida por el receptor como asociada al referente se denomina signo y cuando es reconocida por un grupo como expresión de un referente se denomina símbolo.
7.   Receptor: elemento que capta y descodifica la señal restituyendo el mensaje (sistema auditivo o visual)
8.   Destinatario: persona a quien va dirigido el mensaje.
9.  Referente: objeto, sujeto o situación a quien hace referencia el mensaje; es uno de los componentes del mensaje.
10. Ruido: que interfiere en la transmisión del mensaje en cualquiera de los niveles de la comunicación.

     Por otra parte, además de los modelos que tratan de explicar los elementos de la comunicación, se han establecido una serie de axiomas básicos (Walzlawick, Beavin y Jackson, 1967):

1.   No se puede no comunicarNo es posible en presencia de otra persona no intercambiar algún tipo de comunicación.
2.   Toda comunicación presenta dos aspectos: el contenido y la relación, de forma que la segunda engloba a la primera y, por tanto, es una metacomunicación. Es decir, toda comunicación implica una parte verbalizable y traducible, pero también los aspectos no verbales que deben interpretarse según unos presupuestos culturales implícitos y sobreentendidos.
3.   La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los interlocutores. Es imposible no puntuar un mensaje, pues cualquier palabra es emitida de una forma determinada e incluso los silencios adquieren siempre un significado en función del contexto.
4.   Los seres humanos utilizan dos formas de comunicación: digital y analógica. El primero es básicamente el hablado (sintaxis), el segundo es gestual, también denominado mímico (semántica).
5.   Todo intercambio de comunicación es simétrico o complementario, según esté basado en la igualdad o en la diferencia. La relación simétrica minimiza las diferencias, la complementariedad tiende a potenciarlas.

La comunicación puede situarse al menos a tres niveles diferentes:

1.   Comunicación intrapersonal: el individuo se envía un mensaje a sí mismo (a su interior). Este proceso de comunicación precede a los otros dos niveles e implica la percepción de sí y de los otros, elementos esenciales de toda comunicación.
2.   Comunicación interpersonal: podemos decir que incluye todo lo que vamos a decir sobre la comunicación entre dos personas.
3.   La comunicación pública: es la que tiene lugar entre una persona y varias otras. La mayor parte del tiempo toma la forma de un discurso público. Diríamos que es la comunicación que más comúnmente se realiza.

     Cuando nos comunicamos con alguien no sólo utilizamos las palabras (comunicación verbal), sino también el tono que le damos a las mismas y los gestos con que las acompañamos (comunicación no verbal), ambas desarrollándose dentro de un contexto. La comunicación no verbal supone también la captación de aquellas señales sutiles que complementan e ilustran aspectos de la interacción verbal y a menudo proporcionan mensajes y expresan sentimientos que no están sujetos al análisis directo consciente de quienes interactúan.

     La estructura de comunicación se refiere a la red o patrón de canales de comunicación entre los miembros del grupo. El número, capacidad y distribución de los canales de comunicación afecta el funcionamiento del grupo, especialmente en la solución de problemas, en la distribución de la
información y en el desarrollo de las vías organizadas de trabajo. Los grupos difieren en el grado en el que los miembros tienen libertad para comunicarse los unos con los otros; por ejemplo, en el ejército un soldado tiene que seguir canales específicos para comunicarse con un general. Estas diferencias tienen una incidencia en la eficiencia de las actividades del grupo y en el grado de satisfacción, que los miembros obtienen del grupo.

     Leavitt (1951) comparó diferentes redes de comunicación en grupos  de cinco miembros y observó sus efectos en la conducta del grupo. En cada grupo la tarea consistía en resolver un problema con un indicio diferente dado a cada uno de los miembros. Para tratar de llegar a una solución los miembros podían dirigir mensajes escritos a los demás. Leavitt comparó la eficacia mostrada por los grupos al restringirse experimentalmente la comunicación mediante la imposición de diferentes redes de comunicación.

     Las cuatro redes de comunicación variaban en el grado de centralidad -el grado en que forzaban la transmisión de las informaciones a una persona central.
1.   El modelo en forma de rueda es un ejemplo de red centralizada en el que la persona C, el "hombre cubo", constituye el centro del flujo de la comunicación.
2.   El círculo constituye una red completamente descentralizada en la que todos los miembros son igualmente centrales; cada uno puede comunicarse con las personas situadas a su lado.
3.   La formación en Y constituye un ejemplo de red moderadamente centralizada en la que la persona C es de nuevo central, pero la posición D es de centralidad intermediaria.
4.   La cadena es también una red de comunicación moderadamente centralizada; C es central, B y D son intermediarios y A y E son periféricos.

      Leavitt encontró que el círculo y la cadena eran grupos menos eficientes que los grupos en forma de rueda y de Y, pues tenían necesidad de un mayor número de mensajes para alcanzar la solución. Después de la experiencia le preguntó a los sujetos cuánto habían disfrutado participando en ella. Los que trabajaron en la red círculo fueron los más satisfechos; en los modelos centralizados, los miembros periféricos se clasificaron a sí mismos muy descontentos. Así pues, el trabajo eficiente del grupo y la satisfacción de sus miembros no siempre van juntos; en función de la eficiencia puede ser que tenga que sacrificarse la satisfacción.

     Aunque se encontró que una red centralizada como la rueda produce soluciones del problema más exactas y rápidas que una red menos centralizada como el círculo, esto sólo ocurre en el caso de los problemas simples que usó Leavitt en su experiencia. En el caso de problemas más complejos, la diferencia entre las redes en la eficacia de realización tienden a disminuir.

    Si se tratase de una tarea sumamente difícil podría aún esperarse que el círculo mostrase cualidades superiores a las de la rueda. En las tareas complejas, una estructura de rueda sobrecarga severamente la capacidad organizadora y de procesar la información del "hombre cubo”, de modo que la eficiencia del grupo entero decae rápidamente.

    En la vida real, las diferencias entre las redes de comunicación son menos marcadas porque se tiene tiempo suficiente para encontrar un modelo de eficiencia máxima y las recompensas sirven para mantener un alto nivel de eficacia.

    Recomendamos la realización de la siguiente actividad, es una dinámica para trabajar el tema de del proceso de la comunicación y otros elementos característicos de un grupo:

     Para la realización de la dinámica, les anexamos el enlace que contiene los imprimibles necesarios: 
http://www.bubok.es/libros/238302/Construye-la-comunicacion-Juegodinamica-de-grupo

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